Decir Florencio Molina Campos es pensar en almanaques. Este
pintor argentino (1891 – 1959) retrató en sus obras las costumbres del hombre de campo, con un toque caricaturesco no
exento de ternura y realismo, y el éxito que alcanzó hizo que nuestra cultura se difundiera por todos los rincones del planeta.
Su primera exposición fue en 1926, en la Sociedad
Rural de Palermo, siendo
éste el comienzo de una larga serie de exposiciones que lo llevarían a París, Nueva York, Los Ángeles, San Francisco y Washington.
En 1930 es contratado por la Sociedad Anónima Argentina de Alpargatas para la confección de 12 pinturas originales, que serán utilizadas en el almanaque
que la empresa editará el año próximo. Su obra se extiende así por cada rincón
del país: La gente se ve reflejada en su cotidianeidad y hace suyos esos gauchos de ojos saltones montados en caballos de
enormes vasos y dientes. Los almanaques de Alpargatas se editaron con gran suceso
de 1931
a 1936 y de 1940 hasta
1945.
Además de los famosos almanaques de Alpargatas, Molina Campos realizó otros menos conocidos para Minneapols
Molinne, una de las firmas productoras de máquinas agrícolas más importantes de los Estados Unidos. El primero de estos calendarios fue publicado en 1944, al que le siguió una serie que culminó con el de
1958.
Pero la extensa obra de Molina Campos no se agota simplemente en almanaques. Entre su obra se cuentan la ilustración de “Fausto”, de 1942, año en el que también es contratado
por Walt Disney como asesor técnico para los films de dibujos animados “Goofy se hace gaucho”, “El gaucho
volador”, “El gaucho reidor” y “Saludos Amigos”. También
realizó carteles publicitarios para Mobiloil, tarjetas postales, naipes…
Los calendarios de bolsillo modernos, que reproducen aquellos originales tan arraigados en la memoria
colectiva argentina, se editan desde principios de los ‘90 y cada año son más los comercios que los utilizan como medio
de promoción, ya que difícilmente alguien se atreva a deshacerse de ellos. Las
casas de artículos regionales, destinadas a los turistas, son uno de los principales consumidores de estos calendarios, con
lo que la obra de Molina Campos, aún hoy, se difunde por todo el mundo gracias a los almanaques de bolsillo que reproducen
sus cuadros.
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